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La dificultad de encontrar un nuevo terapeuta

La dificultad de encontrar un nuevo terapeuta

Después de mi divorcio, me tomó tres años volver a casarme, pero cuando mi terapeuta de 15 años se jubiló, pasaron ocho años antes de que me decidiera a buscar a alguien nuevo. Encontrar el terapeuta adecuado es un desafío importante, uno que no debe subestimarse.

Durante mucho tiempo, admiré y respeté a mi anterior terapeuta, tanto que me resultaba imposible imaginar un reemplazo. Aunque no era psiquiatra, sino psicóloga, su capacidad de ayudarme a superar muchas etapas complejas de mi vida la convirtió en una parte fundamental de mi bienestar emocional. Ella me acompañó a través de los primeros años de mi matrimonio, que ha perdurado por más de 30 años, y me guió mientras lidiaba con la paternidad adoptiva, los problemas de equilibrio entre el trabajo y la vida, y la pérdida de seres queridos.

La conexión terapéutica

Con el tiempo, desarrollamos una conexión única, algo que es común en las terapias a largo plazo. Mi terapeuta podía leer mi estado de ánimo con solo verme entrar en su oficina. Era como si ella entendiera cada parte de mi vida emocional, previendo mis estados de ánimo y anticipando las direcciones que podían tomar.

Cuando se retiró, aunque sentí una profunda pérdida, también acepté su decisión y nos despedimos en términos amistosos. Durante los primeros años después de su jubilación, su “voz” internalizada me ayudó a gestionar las tormentas emocionales que enfrentaba. Gracias a ella, había aprendido a identificar señales de alerta y a usar estrategias para enfrentar situaciones complicadas.

Nuevos desafíos emocionales

Sin embargo, los últimos dos años han sido especialmente difíciles. Mi esposo sufrió un paro cardíaco complejo, del cual se recuperó, y aunque salió fortalecido, fue necesario un esfuerzo emocional significativo para superarlo. A esto se sumó que ambos cumplimos hitos importantes: él se jubiló, y yo alcancé los 65 años. Aunque no tengo intención de retirarme, navegar esta etapa de la vida me ha generado nuevos niveles de ansiedad y estrés. A veces, me encuentro lidiando con episodios de insomnio y recuerdos de mi infancia que han moldeado mi vida adulta de maneras difíciles de admitir.

Era evidente que necesitaba volver a la terapia, pero la idea de encontrar un nuevo terapeuta me resultaba agotadora.

El proceso de búsqueda

Para iniciar mi búsqueda, seguí lo que recomendaría a cualquiera: pedí referencias. Sin embargo, no todas las sugerencias fueron útiles. Por ejemplo, alguien me recomendó a un psicólogo con quien había tenido una experiencia negativa años atrás. Sabía que no funcionaría, ya que lo consideraba un narcisista y no creía que ese aspecto de su personalidad hubiera cambiado.

Otra sugerencia me llevó a una terapeuta que practicaba una psicoterapia muy clásica, casi insensible a las emociones de los pacientes, lo cual no encajaba conmigo. Y una tercera opción, aunque era la favorita de una amiga cercana, involucraba técnicas de “regresión hipnótica”, algo que me generaba desconfianza y probablemente habría interferido con mi capacidad de avanzar en la terapia.

Encontrando al nuevo terapeuta

Finalmente, después de varias recomendaciones fallidas, encontré al terapeuta adecuado. Aunque las sesiones se llevan a cabo de manera virtual, algo que inicialmente me parecía un obstáculo, me sorprendió lo efectiva que ha sido la terapia en este formato. A pesar de mis temores iniciales, las sesiones por Zoom resultaron ser más accesibles y cómodas de lo que había anticipado.

He descubierto que puedo confiar en este nuevo terapeuta y aceptar su empatía y generosidad sin la misma resistencia que podría haber tenido años atrás. Parte de esto proviene de mi propia madurez y disposición para enfrentar preguntas difíciles y aceptar respuestas incómodas. Pero también es mérito de su experiencia y perspicacia, que me han permitido avanzar en este proceso de autodescubrimiento y sanación emocional.

La importancia de la relación terapéutica

La relación con un terapeuta, como cualquier otra relación íntima, depende en gran medida de las expectativas, los antecedentes y las personalidades de las personas involucradas. En este sentido, la terapia es una inversión emocional que, si se cultiva adecuadamente, puede ser enormemente beneficiosa.

Lo que he aprendido a lo largo de este proceso es que encontrar al terapeuta adecuado es crucial, pero también requiere tiempo, paciencia y una disposición para ser honesto contigo mismo. Cada terapeuta aporta un enfoque único, y es fundamental que te sientas cómodo con el estilo y las técnicas que utiliza.

Consejos para encontrar al terapeuta adecuado

Si estás buscando terapia, aquí te dejo algunos consejos basados en mi experiencia:

  1. Pide recomendaciones confiables: Preguntar a amigos o familiares que hayan tenido experiencias positivas con sus terapeutas puede ser un buen punto de partida. Sin embargo, es importante tener en cuenta que lo que funciona para una persona puede no ser adecuado para otra.
  2. Escucha tus instintos: Si algo en el enfoque de un terapeuta no te convence, es importante prestar atención a esas señales. La relación terapéutica debe sentirse segura y confiable.
  3. Considera nuevas opciones, como la terapia en línea: Aunque puede parecer impersonal al principio, la terapia virtual puede ser tan efectiva como las sesiones presenciales, y en algunos casos, incluso más conveniente.
  4. Sé paciente y date tiempo: Encontrar el terapeuta adecuado puede llevar tiempo, y es posible que necesites probar con varias personas antes de encontrar a alguien con quien te sientas realmente cómodo.

Conclusión

La terapia es un proceso profundamente personal, y encontrar al terapeuta adecuado puede marcar una gran diferencia en tu vida. No te apresures a tomar una decisión, pero tampoco te quedes estancado sin buscar ayuda. Ten en cuenta tus metas y lo que esperas lograr, sabiendo que estos objetivos pueden cambiar a lo largo del tiempo. Al final, vale la pena invertir en tu bienestar emocional y mental.

Buena suerte en tu búsqueda, y recuerda: no te conformes con menos de lo que realmente necesitas para crecer y sanar.

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